Los suelos de madera maciza son auténticos, fabricados completamente de madera, brindando calidez y carácter únicos. En contraste, los laminados son una capa de diseño sobre una base sintética. La madera maciza ofrece durabilidad y la posibilidad de ser lijada y restaurada, mientras que los laminados son más asequibles y resistentes a la humedad, aunque no pueden renovarse igual.

Con el cuidado adecuado, los suelos de madera maciza pueden durar décadas, e incluso generaciones. Su capacidad para ser restaurados garantiza una larga vida útil.

No se recomienda instalar suelos de madera maciza en áreas con alta humedad, como baños o cocinas. La exposición constante a la humedad puede provocar deformaciones y daños.

El mantenimiento implica evitar la humedad excesiva, limpieza suave y la aplicación periódica de selladores o barnices. La restauración con lijado y acabado puede revitalizar su apariencia con el tiempo.

Las opciones son variadas, desde el cálido roble hasta la exótica cereza. Cada tipo de madera afecta el aspecto y la durabilidad de manera única. Maderas más duras, como el roble, resisten mejor los arañazos.

Los suelos de madera maciza suelen ser más costosos que los laminados, pero la inversión se traduce en autenticidad, durabilidad y un atractivo atemporal. La elección depende de la preferencia estética y el presupuesto de cada cliente.